Puede que haya quien se pregunté el por qué del título del blog. Bien, he aquí la respuesta: surge de un poema homónimo comprendido en la primera parte de mi libro, el cual, de alguna manera, constituye la manifestación más temprana -y acaso más pura- de aquello que me convoca a escribir.
LA CAZA DE LA QUIMERA
En una tarde de zozobra,
nubes hoscas cubren la tierra,
despojando a todos los hombres
del sol, la luna y las estrellas;
y salen entonces, impávidos,
a la caza de la quimera.
Se adentran en un bosque umbrío,
en el que no crece la hierba;
jamás se cansan de correr
tras de su preciada quimera;
y sumidos en este afán,
son engullidos por la niebla.
Pero la bestia se refugia
en su oscuro cubil siniestro:
se oculta en las profundidades
del hondo abismo de los sueños,
en donde no llegan los hombres
y son en vano sus intentos.
Esta fiera de rostro múltiple
simula siempre ser la presa,
y los ingenuos cazadores
se precipitan a por ella,
quien con sigilo los conduce
hacia su horrible madriguera.
Con ilusiones y deseos,
la gran quimera se alimenta:
devora el alma a los que atrapa
cuando al ir en pos de sus huellas
pierden el rumbo en las entrañas
de la insondable selva negra.
Nació en los páramos del norte
y es la hija del sortilegio
que hoy rige alrededor del mundo
igual que un déspota perverso:
la quimera es la atroz princesa
del reino atroz de lo grotesco.
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